Poeta Local: Rafael Ortiz Calderón

#CronistasDelSantiamén 



El drama del tiempo yace enroscado en el presente; no existe,

oscila entre saltar y caer en una serie marcial de ‘ahoritas’

un segundo tras otro que no se pueden descarrilar, un espacio

sin paredes, una resonancia sin eco

pero no hay algo tan devastador como el ‘ahorita’; para ser

más preciso el ‘ahoritita’.

Todo santiamén se topa con el ahorita; el ahorita es atemporal,

es un conejo salido del sombrero de un mago, no tiene pasado,

tampoco futuro.

Es un punto sostenido en el aire, un desencuentro entre el ya

vuelvo, pero no me he ido.

Podría ser el here and now, pero el ahorita es más exacto.

El ahorita es el instante intermedio de un estallido de espasmos

involuntarios fusionándose en medio de dos ombligos.

Es el relámpago puntual para desprenderse del cuerpo, o un

parpadeo preciso de Dios.

Es la historia de un intervalo atrapado en un tictac llevándose

los sueños y deshebrando ilusiones.

El ahorita está enroscado en el control remoto a la espera de

un clic para desgajar miradas, dando brincos en un solo pie

para sostenerse en el aire.

Vivir en el ahorita me lacera, es negar las historias en la vieja

hamaca bajo las sombras de un almendro, sin percatarnos de

los gorjeos de las palomas poblando las enramadas.

El ahorita es un grito colgado de la lengua de un traficante de

miedos y espejitos.

Pero ya no suspires obstinado al momento, el tiempo es

menos tiempo, se ha ido desgranando cada segundo; ahora

los siglos duran diez años, diez gemidos

diez clics.

El atorón entre el aquí y ahora nos está lapidando;

despósate o arrímate a una gitana, una poeta, un

nigromante, o a una mujer embarazada ellos no garantizan

nada, pero sí ven el futuro.

El pasado se detiene a cada instante por el ahorita, pero el

futuro solo existe por la esperanza, El ahoritita es el

picapedrero de la eternidad, ritmo del corazón, pero no te

fíes de él, tiene un futuro incierto…

para despistarlo, esconde los relojes, abre las ventanas y

desempolva la sorpresa. Lo más cercano, exacto y

placentero al ahorita: la petite mort.

El ahorita, el tantito, y el luego luego son la extensión de

una muerte que se mueve paso a pasito, como si la dictaran

los semáforos de la gran urbe.

El tiempo de mi pueblo está desapareciendo; la vida urbana

degolló el ahorita, está descuartizado en una agenda, pero

no te confundas, el futuro agendado, solo registra la vida

citadina; el futuro de mi terruño se calculaba con latidos.

El ensanchamiento del vaho caótico no empezó con el gran

estallido sino con el esclarecimiento del ahorita; es como

tratar de explicar un agujero negro de un cosmos

desarreglado en una clase de negocios.

El ahorita lo podemos ver y palpar en la degradación de los

cuerpos; escucharlo en el aire dejándose venir a través del

susurro de una ocarina, flotando nota a nota entre dos

pieles decidiendo que no es lo mismo dormirse ahorita…

que dormirse en el acto.

#LaGranEstafa

Antes de salir a la agonía diaria, ventanear mundos

simulados, no olvides las ansiedades, ni que el avanzar está

sujeto a negociar con los sueños y circunstancias.

Desayuna tu pizza fría, carga tu celular, mírate en el espejo,

cierra los ojos, respira profundo, repite:

“Eres único, especial, the best hijo de Pta (opcional), listo

para aplastar a otros” y vete a la oficina.

Yes sir!

al escritorio que tanto odias, a las reuniones que no

resuelven nada; y tu jefe apuntándote al entrecejo con un

lápiz amarillo con movimientos exactos que te menguan

recordándote que apenas eres un holograma de la empresa,

un número de placa de auto viejo; pero tú, vacilante

reprimiendo el deseo innato de escupirle la cara,

imaginando el crimen perfecto

right there, on the spot.

pero hay muchos testigos y empiezas a dudar de ti mismo.

El tedio y el miedo a la vida te amordazan disolviéndote en

tus zapatos y en la posibilidad de ser diferente porque no

has aceptado la gran estafa…

trabajar de 9 a 5, gastar y obedecer para ser felices.

Lo más lamentable aplicado a los torcidos:

creer que escogen
pero solo disponen.

#UnfckYourSelf

Rafael Ortiz Calderón

Mexicano, escritor, fotógrafo y académico. Se desempeña como profesor en el área de humanidades en diversas instituciones de educación superior en Chicago. Su obra ha sido publicada en antologías y revistas literarias en México y en EE. UU. Su poemario #VirtualismoMágico, -168 pp. Es una aproximación a una crítica cultural de la sociedad industrial contemporánea; es una propuesta ante el colapso de la naturaleza y la degradación humana como secuela de un progreso sin progreso. Este poemario da cuenta de una poesía inmediata, conversacional y realista.